martes, 22 de julio de 2014

DÍA 21 DE JULIO.- Desorden aparente...

A menudo una excavación ofrece la impresión de desorden: capazos, escardillas, carretillas, tierra excavada, pisada, barrida, perfiles de tierra, muros entablillados, hormigueo de gente por doquier… Sin embargo, en realidad se trata de la aplicación de un estricto método de trabajo, probado y perfeccionado durante décadas, donde cada trabajador conoce su cometido y sigue un procedimiento preciso que permite el mayor acopio de información, al tiempo que la conservación de los restos materiales de valor arqueológico.

Fig. 1 El “desorden aparente” (ver cuerpo de texto). En la imagen se aprecian las cuatro zonas en las que se trabaja actualmente. En primer plano vemos al equipo de Antonio Moreno, que excava en la zona sur del recinto, un área de complejidad creciente que plantea importantes retos a la hora de interpretarlo. A la izquierda, Luisa y Lucía excavan la denominada “estancia B”, delimitada por muros de piedra y adobe de gran altura conservada. A la derecha, y bajo la carpa, el equipo de Eduardo trabaja en el descubrimiento de dos interesantísimos muros, uno de adobe y otro de piedra, que podrían arrojar luz acerca de la forma de acceso al recinto. Al fondo, bajo un parasol verde, vemos al equipo de Mónica, que trabaja en la interpretación del muro norte del recinto.

Fig. 2 Hoy hemos hallado una pesa de telar, de tipología claramente ibérica, en la zona sur del recinto. Se trata de una pieza de barro sin cocer, con dos agujeros para su suspensión mediante cuerdas. Serviría para estirar, merced a su propio peso, el hilo vertical (urdimbre) de un telar, manteniéndolo vertical y facilitando así el entretejido del lienzo. Esta pieza es un indicio claro de que entre las actividades del recinto figuraba la de la producción textil, y que por tanto se trata de un hábitat complejo, no sólo consagrado a la función militar, como parecen sugerir sus potentes defensas, sino también a otras labores más cotidianas, lo que probablemente implicaría la presencia de mujeres y, quizá, familias enteras, en el lugar.

Fig. 3 La arqueóloga Mónica Camacho trabaja en la esquina noreste del recinto, donde examina la relación entre los dos muros paralelos que conforman la defensa, pues intuimos que el muro que hay más al interior puede ser de una cronología anterior, siendo el externo, por el contrario, un añadido posterior. Para confirmar o desechar esta hipótesis, Mónica, junto con los operarios Manuel y Rafael, perfilan la sección del muro, buscan el paramento exterior del muro primitivo, y definen la relación entre las distintas fases constructivas.