martes, 3 de septiembre de 2013

Primer día de trabajo en el Cerro de la Merced en 2013

Quedan por delante cuatro semanas de esfuerzo intenso, incluso agotador para todos, con días de más de diez horas de trabajo de campo y gabinete, que sin embargo abordamos con enorme ilusión. En este tiempo procuraremos iros informando puntualmente de lo que vamos haciendo, tanto en la faceta más puramente arqueológica como en los momentos de descanso, que son también necesarios.
 

 

Figura 1. La fuerza de la Naturaleza es increíble. Cuando a fines de Septiembre del año pasado concluimos la primera campaña de excavaciones, la superficie de la cima del cerro estaba completamente limpia de matorrales y herbáceas. Un años después, hace menos de una semana, la vegetación había vuelto a crecer con fuerza renovada. Es como si la naturaleza nos estuviera diciendo ‘aquí no ha pasado nada’.

 
Figura 2:   Pero un  espacio de excavación arqueológica es en cierto modo como un campo de intervención quirúrgica. Para evitar contaminaciones, el terreno debe estar escrupulosamente limpio, ‘barriendo el campo, en el sentido más literal de la palabra. Además, para que los arqueólogos puedan operar sobre el terreno, deben mantener el espacio lo más despejado posible, evitando la acumulación de tierra y polvo que oscurezca el espacio operatorio, tanto en los sondeos como en el entrono inmediato. Por eso, lo primero que hemos hecho ha sido retirar toda la vegetación arbustiva que había crecido en el año transcurrido desde la primera campaña. Esta es una vista d ela misma zona de la cima del cerro, recién despejada para reiniciar los trabajos. Puntualmente, y a primera hora d ela mañana, hemos recibido la visita preceptiva del Inspector designado por la Junta de Andalucía para realizar el seguimiento de los trabajos, D. Alejandro Ibáñez Castro, amigo ya de hace muchos años que aparece a la derecha junto con quien esto escribe. Precisamente hoy hemos empezado a trabajar en este muro meridional del recinto interior del yacimiento.

 


Figura 3. Una excavación bien llevada exige la colaboración de muchos especialistas bien formados. Aunque por su aspecto algo ‘asilvestrado’ en la foto pudiera parecer otra cosa, nuestro querido amigo Diego Gaspar, en el centro, es un avezado topógrafo, cuyo concurso es fundamental para la correcta documentación de los trabajos. A su izquierda tenemos a Antonio Moreno, Subdirector de la excavación y veteranísimo arqueólogo de campo. A la derecha, el Dr. Eduardo Kavanagh, que lleva el control de uno de los sectores críticos de la excavación.

 


Figura 4. El “sermón de la montaña”. Tenemos por costumbre comenzar las campañas de excavación con una pequeña explicación a quienes se incorporan con escasa o nula experiencia previa, (algunos de los voluntarios y peones) para que todos tengamos claro que no estamos sacando piedras viejas  ni buscando tesoros, sino intentando entender cómo vivían allí hace mil, dos mil y tres mil años seres humanos como nosotros, con similares alegrías y angustias, y con experiencias vitales que sólo la Arqueología puede permitirnos vislumbrar. Al tiempo, aprovechamos para explicar las técnicas básicas del trabajo de campo, para que desde el principio todos los ‘nuevos’ se sientan integrados en el equipo y cómodos ante una tarea que al principio puede intimidar un poco.

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